Desde el año de la muerte de Alfonso VII (1157) hasta el reconocimiento
de Fernando III como rey de León en 1230, León y Castilla fueron
durante 73 años dos reinos independientes, en un largo
periodo
caracterizado por momentos de inestabilidad y guerra civil.
La separación de León y Castilla (1157)
Al fallecer Alfonso VII,
dejó en herencia el Reino de Castilla a su primogénito Sancho
III, y a su segundo hijo varón Fernando II le dejó el Reino de León.
Con esta división quedaron frustrados todos los intentos anteriores de
unir dinástica y políticamente todos los territorios cristianos de la
Península.
Sancho III de Castilla
tuvo un reinado
corto, pues sólo gobernó durante un año, pero tuvo tiempo de invadir el
reino de León, aunque no llegó a enfrentarse con Fernando II al pactar
el Tratado de Sahagún (1158). Sancho III se comprometió a devolver a su
hermano las tierras fronterizas ocupadas, los dos hermanos acordaron
repartirse los territorios musulmanes aún no conquistados, prestarse
ayuda mutua frente a otros reinos, y sobre todo llegaron a un acuerdo
de sucesión en el trono: en caso de que uno de los monarcas falleciera
sin descendencia, el hermano superviviente o sus descendientes
heredaría el reino del fallecido.
Alfonso VIII de Castilla
Esta última disposición no llegaría a cumplirse ya que a
la
muerte de Sancho III, ocurrida pocos meses después, le sucedió su hijo
Alfonso, que por entonces apenas tenía dos años y medio de edad. Si el
reinado de Sancho III fue muy breve, el de su hijo Alfonso VIII
fue más
duradero, pues gobernó entre 1158 y 1214. La minoría de edad del rey
provocó la guerra entre dos de las familias nobles más importantes de
Castilla, las casas de Lara y de Castro, que se disputaban su custodia.
La situación de inestabilidad política fue aprovechada por Sancho VI de
Navarra y por Fernando II de León para arrebatarle territorios a
Castilla, llegando este último a ocupar Segovia y Toledo y a intervenir
activamente en la regencia de Castilla. Fernando II prosiguió también
la reconquista por tierras de la actual Extremadura, aunque su
expansión fue frenada por la llegada de los almohades.
En 1170, a los quince
años, Alfonso
VIII
alcanzó su mayoría de edad política y es proclamado rey en las Cortes
que se convocaron en Burgos. Ese mismo año se casa con Leonor, hija de
Enrique II de Inglaterra y de Leonor de Aquitania. Su primer objetivo
fue recuperar los territorios perdidos durante su minoría. Para ello se
alió con Alfonso II
de Aragón, y juntamente atacan a Sancho VI de
Navarra consiguiendo recuperar lo perdido años atrás (Logroño y amplias
zonas de La Rioja). Presionado por los ataques almohades inició una
ofensiva contra ellos, que culmina con la conquista de Cuenca en 1177.
En 1188, Alfonso IX
sucedió a su padre
Fernando II en el trono de León. El nuevo rey inició su reinado
amenazado en el interior por la nobleza y el exterior por Alfonso VIII
y Sancho I de Portugal. Para satisfacer a la nobleza se vio obligado a
convocar en ese mismo año una Curia regia extraordinaria, reunión
considerada la cuna del parlamentarismo. Casó con Teresa de Portugal,
con quien tuvo tres hijos (Sancha, Fernando y Dulce), pero el
matrimonio fue anulado. Continuaron los enfrentamientos entre Castilla
y León.
Las Navas de Tolosa (1212)
Alfonso VIII
relanzó la Reconquista a
partir de 1194, intentando establecer alianzas con todos los reinos
cristianos con el objetivo de conquistar las tierras ocupadas por los
almohades. El rey castellano inicia incursiones que le hacen llegar
hasta Sevilla, pero el califa almohade con un poderoso ejército se
dirige hacia tierras castellanas y Alfonso VIII decide hacerle frente
en Alarcos (cerca de Ciudad Real), sin esperar la ayuda ofrecida del
resto de reyes cristianos. Allí sufre una estrepitosa derrota (1195),
que hace retroceder la frontera hasta los Montes de Toledo.
Alfonso VIII
se vio en una situación muy
complicada frente al poder musulmán, que ahora hacía peligrar el
dominio castellano en su frontera sur. Los musulmanes asediaron incluso
Madrid, Toledo y Guadalajara. Ante la posibilidad de perder todo el
valle del Tajo el rey recurrió en 1212 al Papa Inocencio III
solicitando la predicación de una cruzada. A ella respondieron los
reyes aragonés y navarro además de las órdenes militares. Con todos
ellos se alcanza la importante victoria frente a los almohades de las
Navas de Tolosa.
Enrique I, rey de Castilla
El rey Alfonso sólo
sobreviviría a la
victoria de las Navas de Tolosa dos años, y tras su muerte se abriría
un periodo difícil en cuanto a la sucesión en el trono. Después de que
el heredero Fernando muriera en 1211, quedó como nuevo rey
Enrique I, que para 1214 sólo contaba diez años, por lo que la
regencia le correspondió a su madre Leonor, pero esta fallece apenas 24
días después de su esposo, por lo que la tutoría y regencia de Enrique
recae en Berenguela, su hermana mayor.
Berenguela se había
casado en 1197 con el
rey Alfonso IX de León, pero en 1204 el papa Inocencio III anuló el
matrimonio por consanguineidad (Alfonso de León era primo hermano de
Alfonso
VIII, padre de Berenguela). A partir de ese momento, abandona
a
su esposo y regresa a Castilla con sus padres.
La minoría de Enrique,
como la de su padre,
se vio envuelva en conflictos internos encabezados por la nobleza,
principalmente por la casa de Lara, que obligaron a Berenguela a ceder
la tutoría y regencia al conde Álvaro Núñez de Lara. Ante la situación,
Berenguela se refugia en Autillo de Campos, al amparo de uno de sus
fieles Gonzalo Rodríguez Girón, y envía a su hijo Fernando a León junto
a su padre Alfonso IX.
Proclamación de Fernando III como rey de Castilla
En junio de 1217 fallece
en Palencia
Enrique I como consecuencia de las heridas producidas por una
teja mientras jugaba en el patio del alcázar
episcopal. El conde Álvaro Núñez de
Lara se llevó el
cadáver al castillo de Tariego tratando de ocultar su muerte; pero, la
noticia llegó a Berenguela, que a partir de ese momento
pasó ser la titular del reino de Castilla. Sin embargo, temía que
Alfonso IX quisiera hacer valer sus derechos al trono castellano. Con
engaños, Berenguela hizo venir a Fernando hasta Autillo de Campos y
allí, según cuentan las crónicas, fue proclamado rey de Castilla,
aunque la abdicación y coronación tuvo lugar a primeros de julio en
Valladolid.
El nuevo rey tuvo que
oponerse al rechazo
de su padre y de la familia Lara, que llegaron a sitiar Valladolid
obligando a Fernando y su madre a refugiarse en Burgos. Tras algunos
combates y la muerte de Álvaro Núñez de Lara se alcanza la paz mediante
el Pacto de Toro (agosto de 1218).
La unión definitiva de Castilla y León
También sería complicado
el ascenso de
Fernando III al trono leonés. Alfonso IX, cuyo heredero varón Fernando
había fallecido en 1214, pretendió que el reino de León pasara a su
muerte a Sancha y Dulce, hijas de su primer matrimonio con Teresa de
Portugal. Al fallecer el rey leonés en 1230, Berenguela hizo venir a
Fernando desde Andalucía, y mediante la amenaza y la compensación
económica consiguieron por la llamada Concordia de Benavente el
reconocimiento de la inviabilidad del testamento y la proclamación de
Fernando III como Rey de León, uniendo así de forma definitiva los dos
reinos.