Alfonso VIII accede al reino de Castilla en 1158 con solo tres
años de edad, tras la muerte de su padre Sancho III. Esta situación de
minoría de edad fue aprovechada por el rey leonés Fernando II, tío suyo
para ocupar algunos territorios castellanos, e intentar someter a
vasallaje al nuevo rey castellano. Además, el reino navarro aprovechó
también la situación para conquistar algunos territorios castellanos.
Por si esto fuera poco, en el interior, las principales familias
nobiliarias pugnaron por hacerse con la tutela y el control del nuevo
rey, sobre todo las familias de los Castro y los Lara.
Sin embargo en 1169, cumplidos los 14 años, Alfonso VIII asume
el gobierno por sí mismo, e inicia un política de recuperación de los
territorios perdidos frente a León y Navarra, para lo que contó con el
apoyo del rey de la corona catalana-aragonesa, Alfonso II, lo que le
permitió recuperar Guipúzcoa y Álava y otros territorios a Navarra, e
iniciar una campaña expansiva en territorio musulmán, reconquistando
Cuenca.
Los almohades reaccionarían infligiendo a Alfonso VIII una
severa derrota en Alarcos (1195), seguida de continuos hostigamientos.
Lejos de amedrentarse, Alfonso VIII consiguió unir a todos los reyes
cristianos, contando sobre todo con el apoyo de Pedro II, nuevo monarca
aragonés, que conduciría a la decisiva batalla de las Navas de Tolosa
de 1212, que supuso el declive y fin del poderío almohade. Sin embargo
la muerte de Alfonso VIII en 1214, le impidió sacar los réditos de esta
victoria, que había dejado libre el camino hacia el sur español. El
reino castellano será heredado por su hijo Enrique I, de tan sólo once
años.
Durante su reinado se funda en Palencia la primera universidad de España.