Rodrigo Díaz de Vivar, llamado El Cid Campeador (Vivar, Burgos,
h. 1043 - Valencia, 1099). Como jefe de las tropas reales, Rodrigo
participó en la guerra que enfrentó a Sancho II de Castilla con su
hermano Alfonso VI de León, quien, derrotado en las batallas de
Llantada (1068) y Golpejera (1072), fue capturado y Sancho se convirtió
en rey de León. Sin embargo, poco después este fue asesinado y Alfonso
VI recuperó el trono de León y el de Castilla.
Las relaciones entre Alfonso VI y Rodrigo Díaz empeoraron cuando El Cid
obligó al rey a jurar en Santa Gadea de Burgos que no había tomado
parte en la muerte de su hermano Sancho. Esto molestó mucho a don
Alfonso VI pero aún así le concedió la mano de su sobrina doña Jimena.
En 1081 Rodrigo Díaz entró en el reino de Toledo y el rey,
descontento con esta acción, pues ponía en peligro las relaciones con
el gobernador toledano, lo desterró por deslealtad. Rodrigo Díaz de
Vivar marchó a buscar a un nuevo señor. Junto a sus vasallos, se hizo
guerrero del rey musulmán de Zaragoza. Tras vencer en varias batallas a
su servicio, Rodrigo vuelve a Zaragoza al grito de 'sidi sidi', (mi
señor, en árabe), que derivó en 'El Cid'.
El
avance de los almorávides obligó a Alfonso VI a pedir ayuda a todos sus
señores y a perdonar a Rodrigo Díaz de Vivar dotándole de importantes
dominios en Castilla. El Cid cumplió la misión que le encomendaron.
Protegió tierras valencianas e hizo que los reyes musulmanes de
Albarracín y Valencia pagaran tributo a Castilla.
En 1088 no llegó a reunirse con el rey para ayudarle a proteger la
fortaleza de Aledo, en Murcia, de un nuevo ataque musulmán. Alfonso VI,
resentido lo despojó de todos sus privilegios y lo obligó a exiliarse
otra vez. A partir de entonces, El Cid decidió que todas sus acciones
en Levante serían por voluntad propia y no al servicio de nadie. El Cid
decide conquistar la ciudad de Valencia para establecer un señorío
hereditario que no estuviera sometido a ningún rey. En verano de 1093
empieza a sitiar la ciudad hasta que lo consigue en 1094. Rodrigo Díaz
de Vivar se instaló definitivamente en Valencia y allí murió en 1099.
Doña Jimena, su viuda, consiguió defender la ciudad hasta el año 1101,
en que cayó en poder de los almorávides.